La postura feliz del buen Tai-chi.

LA POSTURA FELIZ
DEL BUEN TAI-CHI



“La buena postura tiene adorables visos de divinidad”

Existen varios aspectos relacionados con el modo en que usamos nuestro cuerpo, que influyen de un modo inmediato sobre como nos sentimos, lo que pensamos y por consiguiente lo que hacemos.
En este sentido, se cuenta que, érase un hombre torcido que hizo una casa torcida.

La buena postura hace que el cerebro libere beneficiosas sustancias denominadas endorfinas que repercuten en la euforia celular y nos hacen sentir mucho mejor.
Pero también es cierto que a mala postura, buenos dolores y buenos males. O sea que, si nuestra postura no es la adecuada, nuestra salud y el sistema emocional sufrirán las consecuencias.
Resulta muy sencillo comprobar esto.
Realice el siguiente experimento mental:
Imagine una señora muy deprimida. Imagínela vívidamente.
¿Cómo piensa que será su postura?
Imagine otra muy alegre.
¿Comos será su postura?
Adoptamos posturas distintas en función de cómo nos sentimos.
Si uno se siente inseguro sobre su propia estructura, todo contacto con los demás será inseguro, pero si se vuelve bien CENTRADO y ALINEADO podrá ir a todas partes llevando ese centro estable y esa rectitud natural en su interior con el goce de la energía que eso produce. Porque toda la vida es TAI-CHI, y este regalo que te ofreceré dentro de un momento, es un regalo para toda la vida.

Algunas personas están con postura ligeramente encogida en actitud indolente e inerte y alguna que otra en posturas extremas de encogimiento sin que puedan remediarlo.
-Nunca pude estudiar “Derecho”, dijo el Jorobado de Notre Dame.

Pero también se hace mal por poner remedio con una postura al estilo militar radical, derecha a la fuerza por la fuerza, porque seamos conscientes de que muchas veces empeoran los males con los remedios. O sea que, se puede falsear la armonía de la postura, exagerando la rectitud y tirando del pecho hacia arriba.

 En ambos casos se carece de lo que en Tai-chi-chuan denominamos línea central.

Además, también nos sentimos y pensamos del modo en que nuestra postura esté.
La postura afecta  a las emociones y las emociones afectan a la postura de un modo instantáneo. Incluso la sabiduría Occidental nos lo han sugerido hace siglos: “mente sana en cuerpo sano”.Tan notoria es esta verdad, que me resulta fácil decir que una de las mejores formas de ser feliz es mantener la postura correcta. Y siendo más preciso debo añadir que, una postura sana y reparadora es aquella en la que nuestra espalda esta derecha y relajada.

Para conseguir esto, y de paso otras cosas no menos importantes, como puede ser el desarrollo de la energía, en Tai-chi-chuan usamos la sugerente técnica de “estar suspendidos de un hilo”:
Comience prestando atención a la respiración y abandónese como una rama responde al viento.
Con la sensación de un suspiro profundo y prolongado, deslice su respiración de arriba abajo con la sensación suave de la seda, mientras realiza una sonrisa interior hasta el fondo de su bajo abdomen.
Aceptando el bajo abdomen.
Se libera su rigidez crispada y se pone un poco de presión hacia abajo al espirar. Como si un ancla tirase de el y a la vez se expandiese como una pelota de tenis. Con la sensación de tener la base de una pequeña pirámide en el fondo del abdomen.
Se trata de dejar libre el bajo vientre, poniendo en el un poco de energía.
Con esa actitud de arraigo hasta sentar toda la energía mental en energía sensible del cuerpo hacia un punto central del abdomen, acaba de eliminar la coraza muscular y el halo de autodefensa del ego, centrados ambos en la parte superior del cuerpo.
Aligerado arriba.
Enraizado abajo.
Ha formado lo que en Tai-chi-chuan denominamos ACTITUD DE CENTRO (Dan-tien).

Ahora bien, si estamos en armonía, a toda actitud de caída le secunda otra de ascensión óptima.
De crecimiento.
Se siente una dispersión ascendente de energía sutil sencillamente exquisita, como una sabia nueva “llena de vida plena” que sube firme por la espalda hacia la cima de la cabeza, ahora fresca y despejada, y en todas direcciones. Mientras espiramos, sentimos una fina línea fluyendo hacia arriba como un delgado haz de luz, y al inhalar, retornamos al sosiego del centro con su maravillosa quietud.
La verticalidad que surge en esta actitud de crecimiento no muestra ni laxitud ni rigidez.
Inspira vitalidad y elasticidad dinámica.
Permitir que suceda el amanecer de esta bendita experiencia.
Acaban de formar el saludable EJE CENTRAL
No como un poste se ha clavado en el suelo, sino como una brizna de hierva se alza suave pero vibrante de vida hacia el cielo, como una visión celestial, en torno al centro, humildemente escondido bajo la tierra.

Es entonces cuando cobra sentido el dicho Oriental :
“Cuando la luna sube hasta el cielo, se disipan las sombras del castillo”.

En este estado, y haciendo alusión a su denominación “suspendida de un hilo” nos sentimos como suspendidos de un hilo como un péndulo. Siendo el péndulo la cadera que, con pesadez, descansa colgada. Mientras que la cabeza es como un globo que, con ligereza, flota libremente hacia arriba, vibrante de vitalidad sobre el chorro fresco de una fuente.
El cuerpo entero irradiará la impresión de un tentetieso, cuyo vientre es un centro de plomo fundido que hace al cuerpo volver a la verticalidad, por mucho que nos alejemos de ella.
Balanceémonos sutilmente de un lado a otro y experimentemos el retorno a la verticalidad.
Cada vez más pequeño es el desplazamiento balanceado, hasta alcanzar un punto donde cesa.
En ese punto nos invade la sensación de un misterioso vacío más hermoso que nunca se haya sentido.
El vacío de no necesitarse sujeción de ningún tipo.
Todo el cuerpo se desploma en vertical y el peso cae por el centro de las articulaciones, liberadas de esfuerzo. Una situación que raras veces se da.
El Chi fluye hacia los meridianos cuando el cuerpo esta en completa naturalidad y salud en una sensación extraordinaria de capital bienestar.
 No se trata de una actitud exaltada sino de un ánimo  humilde, de discreta serenidad grácil y fluida donde los sentidos y la receptividad en general se ven agudizados.
Todo el que encuentra este alma luminosa del TAI-CHI que denominamos el EJE CENTRAL, siente con excepcional deleite una sutil vibración benéfica y cargada de misteriosa vida. Y todo lo que fluye con el cuerpo en “CHI” o armonía suprema fluyente, proviene del corazón de una misma fuente mansa que denominamos “TAI” o centro en clama.
En el interior en contacto con el eje central vacío, que invita  a la calma,
permanecer en silencio aún cuando por fuera nos envuelva el mundanal ruido.
Hay que permanecer como el estanque que después de la agitación cotidiana, su superficie regresa lentamente pero sin pausa a la uniformidad de un espejo y a la calma más absoluta.


                       Artículo Original de Félix Bargados

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