LIBRO: S´il temblor niega´l friu
AUTOR: XURDE ÁLVAREZ
CRÍTICA DE Félix Bargados:
La vida obedece a la realidad unas
veces a favor de si misma, y entonces tiembla. Otras veces en su propia contra
y desfallece.
La realidad deja muy a menudo de ser
conocida porque a veces es demasiado trágica.
Pero los hechos no dejan de existir por sólo
obviarlos.
Hace falta valor para plantar cara y ver bajo la sombra de la sorpresa.
Esta tragedia monstruosa y horripilante que se nos
muestra de cara cruel, en enfoque apocalíptico sobre la vida en glaciación y la cruda realidad, abre una
caja de Pandora diabólica y muestra el descomunal horror de la bestia negra más
atroz relativa al ser humano en su tiritante desnudez sin limen alguno, y con todo lo que ello conlleva.
Salta a la vista que Xurde Álvarez, ha compuesto esta
magnífica obra maestra por arte de literatura en bable, con un perspicaz punto de
vista, que seguro…tan seguro como que la oscuridad es la misma para todos...no
deja indiferente a nadie: resulta del todo evidente que, su
propósito no es sólo contar una sobrecogedora historia donde la "calidez de humanidad" brilla por su ausencia, sino someter a psico-diagnostico patológico la humanidad loca, en su tierna desnudez más descarnada, penetrando el daño como
cristales envilecidos por el mal absoluto... como rayos de luz helada por la recrudecida realidad que nadie
queremos ver.
Es evidente que estamos ante el bombazo de un sorprendente escritor que vierte
tinta fácil pero muy instructiva, esto último si tenemos en cuenta la sutil habilidad y el velado ingenio, que oculta el no más verdadero que serio propósito
moral al que deseo sumarme ya: Un
monumental desprecio a la “necedad ideológica” asumida acríticamente, como siempre es la necedad ideológica, a la insensibilidad ante las
atrocidades, a la indiferencia del bien común ante la terrible magnitud del
descomunal sufrimiento humano que se oculta tras los acontecimientos más mezquinos y atroces.
Y todo esto puede parecer excesivo, pero permítaseme añadir que tengo la extraña sensación de que me quedo
manifiestamente corto.
Primero, y en parte porque me veo obligado a decir
que, las apariencias siempre nos engañan, y la parte más misteriosa de Xurde, nos
abre un insólito zoom a otra realidad agrandada y no menos real por ser inventada, que ocurre en
pocos minutos,
sobre charcos de piedra,
sobre madera pisada,
agigantando hasta el terror, la escala espacio-temporal de observación,
como cuando giramos la vista fuera del espejo en el que nos estamos mirando y
se nos agrandan los ojos al ver inopinadamente al maligno que está a punto de
comernos. Ese es el espanto desgarrador. Y el otro, el escalofrío que se encuentra en los
quiebros inesperados que nos aporta a veces la vida con nuevos datos en un giro
revelador poco menos que inquietante y con un final de apoteosis oscuro.
Pero incluso más allá del terreno que salta a la
vista en una pasada superficial, lo suyo es reconocer una llamada a la
conciencia general sobre una cuestión que debería ser tratada con el máximo
rigor. En esta terrorífica historia con semejante panorama tan a duras penas imaginable por inhumano, nos obliga a plantear, el tan lacerante como inasumible tema, sobradamente
conocido, del “criterio social consensuado” o si se prefiere “criterio de
autoridad”, que defiende el absurdo de que, tenemos la ilusión de que comportarnos correctamente si
nos comportamos como los demás. O dicho de otro modo, cuantas más personas
sigan una idea, tanto más correcta será. Por resumirlo más, que la presión del
grupo doblega al sentido común. Y concluyendo esta idea, hablamos en plata para que todo el mundo
lo entienda: Si 20.000 moscas comen
cagarrutas, no pueden estar equivocadas.
Una cosa está clara, este comportamiento social es tan fuerte, que su control
resulta tan ilusorio como querer dirigir el crecimiento del pelo con el pensamiento. Y
está tan presente en nuestra alma porque posee sin duda, carta de naturaleza en
nuestro A.D.N. Su patogénesis data de la época de las cavernas, donde rastreamos su etiología en un comportamiento primitivo más prosaico de supervivencia, basado en el que no
se ponía a correr cuando todos lo hacían, corría el peligro de ser devorado por
la fiera al acecho. El caso es que hoy seguimos siendo hombres de las cavernas
vestidos de “El corte Ingles”, y este gregarismo se aplica no sólo en
situaciones actuales donde no aporta ninguna ventaja para la supervivencia,
sino incluso donde puede transformarse en un peligro público nº1 que trasciende
las fronteras de lo humanamente tolerable e imaginable. Y donde el corazón ya no bombea ningún sentimiento por su helada sangre. Lo que nos lleva a una
candente pregunta:
Somos seres inteligentes... ¿Cómo es que podemos
llegar a cometer aberraciones semejantes?
Pues bien, cabe decir, que todo esto resulta explicable por medio de la técnica conocida como “disolución de la disonancia cognitiva”. Y, en cuanto al lector que no sea entendido en este tema, me explico. El cerebro del hombre moderno funciona más como el de un abogado
que como el de un científico. Es decir, más que perseguir un fín y conocerlo a través de las explicaciones, se justifica construyendo explicaciones
para un fin buscado o para un mal hecho, y que parezca otra cosa. Para reforzar
tal empresa, usamos las palabras con una tergiversación muy descarada, en lo que se llama “falsas distinciones”. En términos sencillos, no hay más que ver que suena mejor decir hubo 100 bajas, que decir, han asesinado a
100. Y además, tenemos la técnica del “encuadre”.
Ponemos un marco enfocado a todo lo que queremos ver, y lo que sale fuera del
marco somos capaces a reprimirlo. Así sólo vemos lo que queremos ver.
Nos auto-engañamos. Parafraseando al autor:
<<nadie debería taparse con
mantos gruesos de engaño>>.
Se hace valer una percepción, la macroestructura
social moderna, posee métodos subliminales de control social donde el elemento
crucial es el miedo. El miedo genera auto-engaño como justificación, el
autoengaño lleva a la dogmatización (sólo vale mi idea) o a la dogmatización
relativa (todo vale con tal de conseguir la validez de mi ideología) como es el
caso de la escalofriante masacre de horror mezquino y cruel hasta el frío infinito,
que se pinta en el libro. De resultas, la dogmatización nos lleva a la accedia,
que es la glacial tristeza de espíritu y nieve en el pensamiento que lo sepulta
todo, mientras se corroen las entrañas, porque la calidez que es la vida, esta ausente, como en el sombrío caso de la señora Böll.
En fin, bien sentado lo anterior, me gustaría matizar
que el mensaje resultante ligado a las últimas reflexiones fuera el siguiente:
Que hoy es más necesario
que nunca, priorizar que la autoridad debe siempre proceder de la razón y nunca
la razón de la autoridad.Y que antes de ser seres racionales, somos seres emocionales. Somos animales emocionales y después animales racionales. Si faltan las emociones nos destruimos.
Sin ánimo de ser exhaustivo, Xurde nos transporta audazmente,
mediante el hechizo de la lectura, a la barbarie de un infierno apocalíptico tan gélido como terrible,
donde se desata la locura. La locura más cruel, fanática y miserable que haya
parido con dolor, con muchísimo dolor, el repugnante genocidio del episodio archi-conocido
como holocaustro nazi. Donde cada diálogo despierta nuevos escalofríos hibernando en nuestro soterrado demonio interior, que se van clavando cada vez más, como
puñales…como puñales gélidos que te atraviesan el corazón…las entrañas, hasta
resquebrajarte por dentro y asfixiarte dentro un paisaje tétrico y claustrofóbico
que hiela la sangre. Con todo, dentro de una atmósfera congelada de la que no
puedes salir, te paraliza y que te hace perder la cabeza al final, y el corazón desde el principio.
Llegado este punto, no resulta difícil añadir, que dentro de la triste realidad de esa atmósfera deshumanizada, sólo
cabrían dos posturas:
Volver la cabeza para otro lado y seguir el macabro
juego de mimetismo social envenenado por el mal absoluto.
Plantar cara
intentando buscar un resquicio de luz entre tanta oscuridad devastadora.
Fuera de ella, cuando digieres esta historia, nunca
vas a ser el mismo, porque te encuentras, como siempre en todos los casos, una
escalera de doble sentido en la que:
Cuanto más bajas, tembloroso, al vértigo del averno escalofriante, más aprecias el lugar de altura celestial en el que nos encontramos ahora y al que pertenecemos por nuestra humanidad.
Y aunque sólo sea por contraste, al final, se hace valer mucho más el aspecto espiritual y humano que nos eleva diariamente hasta lo más alto.
Cuanto más bajas, tembloroso, al vértigo del averno escalofriante, más aprecias el lugar de altura celestial en el que nos encontramos ahora y al que pertenecemos por nuestra humanidad.
Y aunque sólo sea por contraste, al final, se hace valer mucho más el aspecto espiritual y humano que nos eleva diariamente hasta lo más alto.
Las cosas como fueren, es desideratum,
nos gusta que sea así y creemos que así es a carta cabal, que en
el mundo el bien acaba ganando, aunque sea por desgaste, al mal.
Me gustaría añadir ahora que, paradojicamente, el bien que hacemos los hombres
queda a menudo sepultado con los huesos, mientras que el mal que hacemos, nos
sobrevive. Y esto es en parte, porque construir es más difícil que destruir. Me
explico, un asesino puede deshacer el trabajo de un médico, pero ningún médico puede
deshacer el trabajo de un asesino. Pues demos cuenta del poder del bien, que incluso teniendo todas las de perder, acaba imponiéndose, y prueba de ello lo tenemos nada más abrir los ojos cada mañana, en el mundo que tenemos delante. Así es el poder de la bondad humana.
No es un milagro, nuestra bondad ha hecho viable que la humanidad
lleve miles de años sin perecer,
miles de años yendo a mejor cada vez.
Vivir ya es bastante milagro.
A la postre y para concluir, la próxima vez que
alguien declare conocer la mayor atrocidad humana, no es descabellado apostar, que si abre por cualquier pagina “Si el temblor niega el frío”, encontrará sorprendido, que su teoría es más falsa que un
sacamuelas.
FÉLIX BARGADOS