Un paseo por la historia alternativa del karate.5º parte.

UN PASEO POR LA HISTORIA ALTERNATIVA DEL KARATE
Quinta parte. La pérdida progresiva del TEGUMI.

Dicen las bravas lenguas que cuando no puede vestirse la piel de tigre, vístase la de la vulpeja. Y, por decirlo de otra manera, cuando no se puede alcanzar la cosa en sí, entra el desprecio. 
Semejante conducta ha propiciado que, en la época de modernización del Japón, los artes marciales se alejasen de su punto de vista “interno”. Pues bien, es normal que, al no comprenderse la profundidad de los artes chinos, se despreciara su origen. A lo que hay que añadir algo tan subterráneo como evidente, como es el motivo de ciertas influencias políticas, que por cierto, se salen del horizonte de sucesos del tema. 
Y el tema es que no todo dura para siempre. 
Y lo bueno menos.

En 1.904 algo empieza a cambiar el todo. 
TO-DE o lo que es lo mismo KARA-TE, que se transcribía con caracteres que significaban “mano china”; a partir de ese momento Chomo Hasaniro, y después otros, comienzan a denominarlo con los ideogramas que significan “mano vacía”, alejándose de sus raíces, chinas tanto en término como en concepto, preludiando así cambios sustanciales mucho mayores.

Uno de ellos es la perdida del TEGUMI, que sobreviene poco a poco en las décadas que anteceden al S. XX. En parte motivado por su terrible eficacia. Porque en realidad, la super-competencia es peor que la competencia. Quiero decir con esto que, el TEGUMI era tan expeditivo, que inducía a la ferocidad y degeneraba en combates pactados muy cruentos, denominados KAKE-DAMESHI. Sirva saber que tenemos noticia de ciertos maestros, e incluso fundadores de estilos que adquirieron el magisterio del karate en alas de la bizarra experiencia adquirida en los numerosos duelos de KAKE-DAMESHI. Sin embargo, como todos los más tienen sus menos, hubo también muchas muertes y lesiones internas gravísimas, lo que propició que el entrenamiento del sistema TEGUMI fuese derivando a dos ritmos:
-A ejercicios pautados en ritmo real. Creado en provecho de la predecibilidad para asegurar la integridad de ambos contendientes.
-A práctica libre en ejecución ralentí. Dicha lentitud era en principio preventiva, aunque sabemos que ha sido uno de los secretos más preciados por los grandes maestros para descubrir la riqueza de las sensaciones corporales.

Aún así el TEGUMI se fue diluyendo, y por ende el KARATE por antonomasia. 
El KARATE con-sentido dio paso al karate consentido. 
Así reafirmamos la sospecha de que, no todo lo bueno triunfa siempre. 
De modo que, dichas tendencias, unidas a más casos de muertes en duelos, así como su exposición a la modernización del Japón, concluyó en un karate sin oficio ni beneficio. Entonces, como suele decirse, a grandes males, grandes remedios. Y ni que decir tiene que, el remedio fue re-interpretar todo el KARATE, de cabo a rabo, “a la japonesa”. Buenos expendedores han sido los nipones. Y como mala bestia vende buen corredor, han sabido hacerlo, difundiendo la promesa de una defensa personal al estilo robot, por la que yo no apostaría ni un botón. Revestida esta de fundamentos aberrantes y de una pátina de principios que parecen una agradable luz de luna, pero que en la práctica, son imposibles de distinguir ninguno de ellos. 
Mencionemos por ejemplo, el KI o el TAN-TIEN. Son términos eminentes que conoce todo cinturón negro por normativa, pero ¿quien sabe usarlo en sus entrenamientos? A decir verdad, para la inmensa mayoría sólo es teoría fariséica. Se sabe lo que significa, pero no se sabe lo que es, ni lo que suponen tales conceptos. Mientras que, en la práctica, es plaga basarse en el atajo fácil, movimientos exóticos dotados de fuerza rígida que se interponen a la fuerza del oponente, como dos renos chocando sus cuernos. Y, dicho sea de paso, conforma el contumaz “establishment” denominado karate-do “TRADICIONAL”. Si, ha oído bien, “TRADICIONAL”. Eso es lo que se entiende por karate-do “TRADICIONAL”: La versión infantil que promueve la marea gris de la mediocridad y el avulgaramiento pseudomarcial, que busca ganar popularidad a costa de bajar el nivel del sistema, resultando un método de evocar el KARATE primigenio de un modo grosero que deja los katas en esqueleto muerto. Y, el kihon, como salmodia de un sólo movimiento de los mismos kata para el perfeccionamiento estético y el fortalecimiento del cuerpo hacia patrones rígidos, encofrando la realidad en esquemas cada vez más sofisticados, que empiezan y terminan por atufar a deporte estético, mientras se alejan del horizonte arte marcial.
No digo que sea malo del todo ni para todos. Entiéndase. No hay cosa que no tenga su lado bueno. Es bueno para allanar el camino a los principiantes y entretener el gusto (a saber que, desde la heian-shodan o pinan-shodan hasta la unsu o papuren, como prefiera. Y desde el gohon-kumite hasta el consuelo del bunkai más sofisticado, todo es propedéutico, pura superficialidad). Pero máxima es de cuerdos no ser de bozal llegados a un punto, por eso ya me niego a que nadie más me lo venda como una enseñanza para expertos, como así nos lo han vendido.
Por ejemplo, según el señor Gichin Funakoshi cuenta en su auto-biografía, que él mismo, y me consta que la mayor parte de sus contemporáneos, aprendieron unicamente repitiendo los kata sin ton ni son. Y eso que, según sus sinceras palabras, parece ser que había oído hablar de una lucha ancestral denominada TEGUMI de la que sólo había visto la versión sumo (que habíamos mencionado en una entrega anterior).Pero como suele decirse: en casa del herrero cuchillo de palo; parece ser que, desconocía el pretérito TEGUMI, portador de los secretos sublimes del KARATE original de pura cepa.

No digo que las gramáticas pardas no estén bien para ciertos propósitos muy puntuales. Sólo digo que persistir SIN TIENTO en las puerilidades que propone (en relación a los maestros) el pesebre tradicionalista, no me parece saludable.
En cualquier caso y para cerrar el panorama, aunque todo esto suele confortar a los perturbados; también puede perturbar a los adheridos a una tradición sin sentido. Pero nadie se inquiete, porque no parece interesante molestarse en sacar a nadie del estupidicismo imperante en los círculos tradicionales, ni en cambiar los costumbrismos disparatados por muy absurdos que estos sean. Lo afirmo porque, tan cierto es que la visión de un hombre no presta alas a otro; como que el hombre, una vez se ha comprometido en algo hasta el corvejón, o ha aprendido algo que ha resultado ser laborioso, no acostumbra a soltarlo. Más bien, se deja llevar por el encaprichamiento fatuo. Es por lo que se puede afirmar que, el ser humano posee lealtad antes de tener admiración, y es por lo que a veces perseguimos cosas absurdas, porque el hombre, no es sólo un animal absurdo que necesita lógica para vivir. También somos un animal lógico que necesita del absurdo para sobrevivir. Y es así como…aunque puede obligar a alguien a repetir el facilismo de patrones vacíos hasta la saciedad, como quien se obstina en obligar a una rana a saltar, LO CIERTO ES QUE LA RANA, SIEMPRE PREFIERE SALTAR.